La toxina botulínica se aplica en otorrinolaringología con fines terapéuticos y estéticos. Las aplicaciones terapéuticas más frecuentes son disfonía espástica, dolores de cabeza crónicos por tensión, contracturas de cuello, disfunción de la articulación de la mandíbula con dolor crónico, espasmos faciales, asimetría facial, etc...

Sin embargo es un medio muy eficaz y económico, si se le compara con una cirugía, para frenar el desarrollo de las arrugas que se forman con la edad en las áreas de gesticulación intensa como entrecejo, alrededor de los ojos, frente, alrededor de la boca y para mejorar la expresión facial en general. Sus efectos duran hasta 6 meses. Si se aplica en forma rutinaria evita que aparezcan las arrugas. Si ya se tienen líneas de expresión muy marcadas ayuda a suavizarlas y a que se marquen menos con el tiempo.